Òscar Cadiach torna a Tarragona sense el segon intent al Broad Peak, el seu 14è vuitmil principal haurà d’esperar. Finalment, no han vist viable aquesta possibilitat i ja estan de tornada per la glacera del Baltoro. 

L’alpinista tarragoní ha explicat que ha entrat un canvi de temps al Karakorum, amb nevades que incrementen el perill per pujar a la muntanya. Reitera que aquesta vegada, ‘la muntanya no ha volgut deixar-se pujar’

Reconeix que s’ha quedat amb ‘ganes d’arriscar una mica més’ però diu que ‘tothom coincideix en què un atac al Broad és molt perillós’ en aquestes condicions. 

Cadiach destacat la gran cohesió entre els integrants de l’expedició, el navarrès Patxi Goñi, els gironins Jordi Bosch ‘Barraca’ i Carles Figueras i la metgessa Anna Pujol, que han fet un gran treball d’equip. 

Ho ha anunciat aquest dilluns, en una trucada al programa d’alpinisme de Tarragona Ràdio, el Pont de Mahoma, a les 14:45h. Hem tornat a escoltar aquesta moment. 

Afegeix l’alpinista tarragoní que la gran majoria d’expedicions han marxat del camp base, i l’agència de la seva ja ha desmantellat tota la infraestructura i han fet arribar els porters, pel camí de tornada en el trekking pel Baltoro. Diu que ‘els faltat la cirereta del pastís’ però confia que en un futur la podran retrobar.

Amb tot, ha recordat que el permís per pujar el Broad Peak té una dura tres mesos i encara tenen dies de marge, però deixa per més endavant la decisió d’una possible tornada aquest mateix estiu al Karakorum. Ara per ara, segons ha dit des de Concòrdia, ho veu complicat. 

Cal recordar que dilluns dia 20 un allau va provocar la mort d’un portejador d’altura pakistanès i va ferir de gravetat la japonesa Sumiyo Tsuzuki, companya de l’expedició internacional.

Tarragona Ràdio va fer dissabte un especial de El Pont de Mahoma. Va ser el dia que havien de fer l’atac al cim; el dia que ja van haver de recular pel mal estat de la neu, tot i haver arribat als 7.200 m del camp 3 del Broad. Hem escoltat la trucada que ens va fer en directe l’Òscar, des del camp base, a les 9:15 del matí, (les 12:15 al Pakistan).

Mai en un sol programa de ràdio havien coincidit tant vuitmils, vam escoltar la veu del Ferran Latorre, que va aconseguir divendres passat el seu 11è vuitmil, també al Karakorum, el Gasherbrum I (de 8.080 m). El seu proper repte serà una hivernal al Nanga Parbat (8.125m). Escoltàvem també els alpinistes bascos, Juanito Oiarzabal i Alberto Zerain. El primer, en ple projecte de 2x14x8000, tampoc va aconseguir fer-se seu el cim del Broad, malgrat arribar per sobre del 7.750 metres al costat dels equatorians d’Ivan Vallejo, un dels quals va trepitjar els 7.950 m, però també va tornar al base sense coronar la muntanya. Ells també han desistit, com ho ha fet l’alpinista asturiana Rosa Fernández, al veí k2.

Amb qui vam poder parlar, i ens va fer molta il·lusió, va ser amb un dels pioners de l’himalaisme a Catalunya i l’Estat, Jordi Pons, que juntament amb Josep Manuel Anglada i Emili Civis, va coronar l’any 1974 el primer vuitmil estatal, l’Annapurna Est. Ens va dir uns frase que ja ens ha quedat gravat per sempre: ‘saber baixar a temps de la muntanya –com ha fet l’Òscar- és una gran victòria’.

Ara, l’Òscar Cadiach i la resta de l’expedició, són en algun punt del Baltoro. En tres o quatre dies arribaran a Askole, després enllaçaran amb Skardú i des d’aquesta localitat aniran fins a Islamabad, la capital del Pakistan, on agafaran el vol de tornada.   

Tindran temps, molt de temps, per a pensar en solitari, en aquesta inhòspita vall que discorre entremig d’imponents glaceres. Ja ho ha fet el company d’expedició de Cadiach, Patxi Goñi, amb el qual acabarem aquest reportatge, llegint el post que ha fet des del Baltoro all seu bloc personal. 

  

I el post, diu així:

Una de las cosas más difíciles de hacer en una expedición de montaña, por lo menos para mí, es rescatar un par de momentos de esos “Pata negra”, de los que se quedan en los higadillos para siempre y de los que poder echar mano en cualquier momento de tu vida porque están ahí, en primera línea de tu memoria. 

Difícil digo, porque prácticamente todos los días sucede algo que te emociona de manera especial cuando te embarcas en la ascensión a una de estas montañas.

Pero ahora, mientras desciendo en solitario por el glaciar del Baltoro, tengo todo el tiempo del mundo para estar conmigo mismo, para repasar todo lo vivido en esta expedición sin nadie que, con su conversación, distraiga mis cavilaciones.

Ahí van pues, un par de esos momentazos de oro:

El rescate de Sumiyo nos ha retrasado un par de días en nuestro calendario, así que nos vemos obligados a apremiar el paso si queremos tener alguna opción de intentar ascender el Broad.

Es por eso que, Óscar, Carles, Anna y yo, salimos del C.B. directos al C.III, nada menos que 2400m de desnivel en una sola jornada.

Las horas caen como hojas secas de un haya en Otoño pero, alcanzamos sin problemas el C.II (6200m). Descansamos 4 horas, que aprovechamos para comer y beber lo máximo posible y hacia las 8 de la tarde, continuamos hacia arriba.

Cae la noche. Son las 21:30h cuando Carles decide que no va a continuar y regresa al C.II desde donde, cuando amanezca, continuará hasta el C.B.

Óscar, Anna y yo continuamos ascendiendo. Rondando los 7000m comienza a soplar el viento y la temperatura cae en picado. La pendiente es fortísima en el “Hombro” que da paso al C.III. Las condiciones climatológicas se están poniendo muy duras y comprobamos que no vamos a ser capaces de alcanzar la tienda que tenemos instalada en el C.III

El viento arrecia y nos estamos muriendo de frío. La providencia pone una tienda vacía en nuestro camino a unos 7000m de altitud y nos tiramos dentro con el mismo ansia con la que el náufrago que se agarra a un salvavidas.

Son las 2:45h de la madrugada y estamos los tres prácticamente al límite de nuestra resistencia al frío. La tienda es zarandeada por el gélido viento. Miro el rostro contraído de las dos personas que más tienen que ver conmigo ahora mismo. Imagino que también el mío tiene que ser todo un poema. Encendemos el hornillo, pero esta vez no es para fundir hielo sino, para calentar el aire del interior la tienda de campaña.

Los tres abrazados, hechos un ovillo, nos disponemos a pasar una de las noches más duras y bonitas de mi vida.

El otro momento no es tan extremo, y tiene que ver más (si se me permite la licencia) con lo bucólico…con lo sentimental:

Óscar, Anna y yo hemos hecho nuestro intento a la cumbre del Broad. Hemos salido a las 21:30h de nuestra tienda del C.III a 7200m de altitud. Unos 100m  más arriba me topo con Alberto Zerain a quien, amparado en la oscuridad de la noche, no logro reconocer, y con Juanito, con quien hablo unos instantes.

Descienden de un intento a cumbre que ha resultado demoledor por el esfuerzo. Junto con mi querido amigo ecuatoriano Iván Vallejo, han abierto huella hasta el collado a 7850m. El enorme esfuerzo empleado, así como el altísimo riesgo de avalanchas, les hace renunciar a pisar la cumbre.

Juanito me dice que está destrozado y que la zona cercana al Collado es auténtico polvorín.

Nos despedimos. El desciende a su tienda y yo continúo ascendiendo. Anna y Óscar vienen detrás.

Nos juntamos, hablamos y…decidimos que la continuación de nuestro camino es… hacia abajo.

No siento gran frustración porque sé que lo que estamos haciendo es lo correcto. Nos vamos a jugar la vida por una montaña y todavía nos queda un gran momento por vivir.

Desmontamos la tienda del C.III iluminados por nuestras linternas frontales. Las mochilas pesan como si fuesen de mármol.

Rapelamos la fuerte pendiente del Hombro y, cuando esta suaviza, como si fuera producto de algo anteriormente pactado, nos sentamos los tres en la nieve.

La noche es serena. Una luna media dibuja en el horizonte el contorno de las montañas que vigilan el Baltoro. No sopla ni una sola ráfaga de viento. 

El cielo está incrustado de miles de millones de estrellas y, a nuestra izquierda, reluce, con su característico polvo estelar, la Vía Láctea.

Apagamos nuestras frontales. No pronunciamos ni una sola palabra. Los tres mirando hacia arriba, envueltos en nuestros monos de pluma.

Sé en ese mismo instante que estoy viviendo uno de los momentos más especiales de mi vida, uno de esos que referiré cuando alguien me pregunte: -¿Cuál es el momento más chulo que recuerdas de tu vida?

 

Patxi Goñi

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